La trasmisión del conocimiento
SISTEMA DE ENSEÑANZA
De las múltiples facetas de la enseñanza en el mundo islámico, nos centraremos en el funcionamiento interno de la red formada por el conjunto de los ulemas que participaban en la transmisión del saber. No nos vamos a detener en temas como las disciplinas estudiadas, las relaciones personales entre maestros y discípulos, los lugares de enseñanza, etc. Nuestro objetivo va a ser el análisis de las estructuras de esa red de transmisión y en las características de su funcionamiento, es decir, cuál era su diseño, lo que en términos técnicos se llama su topología, y cómo fluía la información a través de esa red.
Pero antes de introducirnos en el estudio de esos puntos será preciso que nos fijemos en cómo y por qué surgió esa red de transmisión del saber. Lo que debemos tener muy claro desde el principio es que esa red no es una creación consciente y voluntaria; no proviene de un plan preconcebido por una autoridad política, religiosa o cultural, ni tampoco del consenso de sus propios miembros. Surge de forma espontánea y natural en respuesta a las necesidades y condicionantes de la modalidad de enseñanza predominante en el mundo islámico desde sus primeros momentos, y en especial en repuesta a tres características de esa enseñanza:
- preferencia por la oralidad,
- obligatoriedad del contacto personal y directo entre maestro y discípulo y
- espíritu firmemente crítico (aunque centrado más en la crítica textual que en la conceptual o doctrinal).
En lo que se refiere al primer punto, la preferencia por lo oral, es una cuestión muy debatida porque todavía no hemos conseguido resolver de forma concluyente las dudas que se plantean sobre el proceso de transición de lo oral a lo escrito, proceso innegable, pero cuyo ritmo de desarrollo no está claro. Pero eso ahora no debe preocuparnos, lo que nos interesa es que la transmisión oral del conocimiento era teóricamente la única manera aceptable de formar a los discípulos y que esa noción perduró incluso cuando la escritura había adquirido ya una difusión incuestionable. A pesar de que, obviamente, la escritura era mucho más eficiente a la hora de preservar y transmitir el conocimiento, el prestigio de lo oral se mantuvo durante muchos siglos.